En octubre de 2012, muchos brasileños expresaron su apoyo a la causa de los guaraní-kaiowá, una etnia indígena que vive bajo la constante amenaza de que sus tierras ancestrales sean confiscadas por el Estado. En aquel momento, los indígenas habían recibido una orden judicial de desalojo de la zona que habitan en Mato Grosso do Sul, por lo que enviaron una carta a las autoridades en la que pedían al Gobierno y a la justicia federal: "No decreten la orden de desalojo/expulsión. Decreten nuestra muerte colectiva y entiérrennos a todos aquí". Sus defensores se movilizaron, alarmados por la inminencia de lo que pensaron sería un suicidio colectivo e incluyeron en sus nombres, expuestos en sus perfiles de Facebook, la expresión "guaraní-kaiowá".
La estrategia surtió efecto y el Gobierno dio marcha atrás. Sin embargo, muchos de los que se sumaron a la causa todavía no conocen la historia de este pueblo, en conflicto desde hace más de 100 años y que esperan desde hace décadas la demarcación de las áreas a las que tienen derecho. Martirio, un documental que entró en la competición del 49o Festival de Brasilia, pretende acabar con esta ignorancia, además de alertar al público de la situación de vulnerabilidad de unos 50.000 indígenas cuyo derecho a la tierra está garantizado por la Constitución de 1998.
La película, dirigida por el cineasta e indigenista Vicente Carreli en colaboración con Ernesto de Carvalho e Tita, retrata la lucha histórica de los guaraní-kaiowá contra los diputados ruralistas, que defienden, en el Congreso de Brasil, los intereses de los terratenientes y del agronegocio. Su proyección en un cine lleno de Brasilia, hace una semana, estuvo acompañada de gritos, abucheos y aplausos del público, que no esperó a que acabase la sesión para manifestar su opinión. "Fue una reacción emocionante, mucho más de lo que esperábamos", confesó Carelli, que subirá en breve la película en Internet, además de distribuirla a las comunidades indígenas y a las instituciones que los defienden.
El largometraje recorre el tortuoso camino que va de Mato Grosso do Sul al centro del poder, en Brasilia, donde actualmente se decide -con la tramitación de la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 215- si la demarcación de las tierras indígenas dejará de ser una tarea exclusiva del Ejecutivo, a través de la Fundación Nacional del Indígena (FUNAI), y pasará al Legislativo.
En el filme, hay muchos momentos que dejan huella. Vicente Carelli muestra los que le más le impresionaron al vivirlos, no solo al retratarlos: la muerte a tiros del líder Nísio Gomes a manos de pistoleros enmascarados y la desaparición posterior de su cuerpo en la comunidad de Guaiviry en 2011 ("A los indígenas les desorienta mucho el no tener el cuerpo, el no poder enterrar"); la movilización de los indígenas al recuperar la aldeíta de Pyelito Kue, cuando fue divulgada la famosa carta ("Anunciaron que se quedaría allí hasta que los matasen, no que se suicidarían, pero la comprensión general de que no habría un suicidio ayudó mucho a detener el desalojo"); y el momento en el que un policía federal presiona a los indígenas para que se vayan de su hogar porque "una orden de desalojo tiene que ser respetada a cualquier costo". Esta última parte guarda una curiosidad. "Esa fue una escena grabada por el traductor que participaba en la conversación, al que le entregamos una cámara", cuenta Carelli.
Narrado en primera persona, con una exhaustiva documentación e imágenes grabadas por el director durante más de 40 años, el documental es denso y extenso, pero consigue mantener el interés tanto de quienes están familiarizados con el tema como de aquellos que lo desconocen por completo. Para el director, su gran contribución es presentar la génesis de este conflicto, que se remonta al siglo XIX y a la Guerra de Paraguay, para luego recorrer la historia de Brasil hasta nuestros días. "A lo largo de estos 100 años, el proceso de exclusión y omisión hacia los guaraníes continuo", dice. Pero no solo eso. Desde el lado indígena, el director cree importante que tengan un registro de su narrativa, sobre todo, para la reflexión de las generaciones actuales. "Muchos se sienten perdidos y, después de ver o de hacer un vídeo sobre su propia realidad, pasan a pedirles a los mayores que les cuenten la historia y que les enseñen las costumbres antiguas", revela Carelli, responsable, desde 1986, del proyecto Vídeo en las Aldeas, que se expone en la 32ª edición de la Bienal de Arte de São Paulo.
Durante la producción, encontró una vasta documentación que, desde su punto de vista, tiene que ser descubierta no solo por los indígenas, sino por la "parte de la sociedad civil a la que le molesta la situación". "Hay muchos documentos oficiales que registran este proceso y es necesario sacar a la luz todo esto". Martirio, cuya financiación contó con cerca de 26.173 dólares donados por unas mil personas a través de una financiación colectiva, es el segundo título de una trilogía que comienza con Corumbiara -donde, en 1995, en Rondônia, 12 indígenas fueron diezmados- y que terminará con Adeus, capitão (Adiós, capitán). Este último, todavía en fase de producción, pretende retratar, según Vincent Carelli, "los efectos del capitalismo en una sociedad antes igualitaria". "La película muestra la red de sanguijuelas que se instala alrededor de los indígenas que reciben indemnizaciones financieras y pasan a endeudarse", explica. Es un cine que registra el tiempo que pasa, pero que nunca avanza.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/09/30/actualidad/1475199313_961762.html?rel=mas
PIB:Mato Grosso do Sul
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